HISTORIA

Semblanza Padre Pedro Tovar y Hogar San Pablo

Pedro Tovar Cortés nació en el seno de una familia de 14 hermanos, en Guachinango, Jalisco. Desde pequeño mostró una inclinación a la vida sacerdotal movido por el ambiente de su comunidad y las enseñanzas de sus padres, Jerónimo Tovar Santiago y Francisca Cortés Uribe.

El pequeño Pedro sentía una inclinación a desarrollar su creativo ingenio en sus juegos infantiles, vistiéndose de negro, a la usanza de los sacerdotes que veía en el templo y en la escuela parroquial San Juan Bosco, de su comunidad.

Inició sus estudios en el Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de Guadalajara, continuándolos en el Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de México y finalmente emigró al seminario Conciliar de Culiacán, cuando ejercía su ministerio pastoral el Obispo Lino Aguirre.

Tras decretarse la constitución de la nueva Diócesis de Mazatlán en 1958, Tovar ingresó a la nueva Diócesis siendo ordenado el 22 de febrero de 1961 por el Obispo Miguel García Franco.

El nuevo sacerdote recibió el cargo de continuar en la dirección de la economía del Seminario de Mazatlán, ministerio que ya desarrollaba desde antes de su ordenación.

Relevado de su cargo en el seminario, el Padre Tovar ejerció su ministerio como párroco en el naciente Templo del Sagrado Corazón, en el cual según su costumbre levantó en su obra material, en dos etapas de intensa actividad.

Movido por su gran amistad con el Padre “Trampitas”, fundó una casa de asistencia para los hijos de los reclusos en el penal de Las Islas Marías, que más tarde se convertiría en un lugar en donde los jóvenes necesitados de ayuda y caridad encontrarían su reintegración: el Hogar San Pablo.

En la empinada cuesta de Mazatlán del Cerro del Vigía, con vista a la tranquila bahía de Olas Altas, se encuentra lo que una vez fue convento de Carmelitas.

Las monjas que vivieron allí mantuvieron un dispensario médico para los mazatlecos de escasos recursos. En 1975, el huracán Olivia golpeó Mazatlán con tal fuerza que destruyó casi totalmente el convento. En aras de la seguridad, las monjas se trasladaron y el edificio fue abandonado.

Varios meses después, el Padre de 29 años de edad, Pedro Tovar Cortés, se preguntaba dónde y cómo podría albergar el creciente número de niños de la calle que fueron rápidamente llenando su parroquia de origen. Una caminata lo llevó hasta el Cerro del Vigía. Cuando vio las ruinas del convento, sabía que este era el lugar donde establecería a sus muchachos, un proyecto que se convirtió en el trabajo de su vida. Si bien la iglesia voluntariamente le permitió el uso de los edificios abandonados y la tierra, le advirtió que no podría ofrecerle ayuda financiera. El Padre Tovar estaría por su cuenta.

Con poco de ayuda de amigos y conocidos, el Padre Tovar lentamente comenzó la larga y aún incompleta tarea de hacer habitable el lugar para los niños que nunca conocieron un hogar. Inicialmente, Hogar San Pablo fue para niños de edad escolar que eran hijos de los reclusos condenados a la colonia penal de las Islas Marías. El Padre Tovar abrió el Hogar a ellos como un lugar para vivir mientras asistían a la escuela. Cuando las escuelas primarias fueron finalmente construidas en las Islas Marías, Hogar San Pablo volvió a ser un hogar para niños de la calle.

Hoy Hogar San Pablo alberga a niños de entre 9 y 18 años, brindándoles techo, comida, educación, así como una formación humana y religiosa para su crecimiento.